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Capítulo III: El triunfo de la inocente

 Se acercó a mí, comenzamos a salir con todos los demás chicos de la carrera. Empecé a hacer varios amigos.

Yo, como tenía coche, la acercaba a su casa, ya que ella viajaba en camión. Uno de esos días que íbamos en camino me plantó un beso deliciosos y quede completamente enamorada, dirán muchos ¿qué fácil eres?, pero la realidad es que una vez más la vida me llevaba a ese camino y no podía decir que no.

Fueron momentos muy bellos, fue mi primera experiencia sexual y fue algo inolvidable. Crecimos mucho las dos y el tiempo se encargó de hacer algo muy fuerte, hasta que ella comenzó con dudas, me engaño varias veces y por segunda vez , mi corazón se rompió.

¿Por qué se rompe el corazón? una respuesta clara no tengo, pero creo que es esa entrega, esa pasión, ese darlo todo terminado súbitamente. Y luego sin más, queda ese sentimiento de completa y rotunda muerte. La desolación que inunda nuestra vida por instantes. A mi se me quita el hambre por ejemplo, hay gente que come mucho y otros que incluso se quitan la vida. Así de fuerte es.

Y así terminaron dos años y medio de relación, súbitamente. El amor también cansa y yo me cansé.

Pero comencé a tener un ligue espectacular en la universidad, me sentía bella, joven, espléndida en todos los sentidos, llena de amigos, de invitaciones a fiestas de vida. 

Conocí a la que sería mi segunda novia. Cabe mencionar en este eterno paréntesis que mis padres aún no sabían de mi situación, seguro sospechaban todo, mi madre nunca acepto a mis "amiguitas" aunque fueran amigas reales y no parejas. Siempre había un pero, una cara o una mala actitud. Pero con la segunda pareja yo ya estaba muy harta de esconderlo todo de hacer excusas para recibir aprobación y de responder a preguntas estúpidas como ¿Por qué no tienes novio? estaba muy muy cansada, así que aproveché una situación para confesarlo todo. Mi padre decidió un día confrontarme junto a mi madre y la caja de pandora se abrió: "- si soy lesbiana, me gustan las mujeres y soy feliz-" y al aventar tremenda bomba, no quedó nada en mis padres más que el silencio. Después de ese silencio , que incluso me incomodó, solo mi padre me dijo: "- eres feliz, ¿estás segura de que eso es lo que quieres"- yo conteste un : "Si" rotundo. Y de vuelta lo que recibí me dejo atónita "- OK " te apoyamos.

Ahí aprendí otra lección de vida.... los miedo y lagunas mentales únicamente los tienes tu en la cabeza, mírenme yo teniéndole tanto terror a mi padre y tremenda respuesta. Pero bueno de algo debo de estar satisfecha, lo logré lo enfrenté y ahora mi alma vivirá tranquila por el resto de mi vida.

Ahora las cosas son más fáciles, hay mucha información, existen leyes que protegen los derechos, hay campañas anti bullying, los padres han tenido que aprender a querer a su hijos como son e incluso hay padres muy buena onda que hasta se van a marchar con sus hijas. Pero en aquél entonces eso no existía. No había mujeres futbolistas, bomberas, pilotas, no había nada. 

Yo quería ser futbolista, y ningún equipo me dejó ser parte de ellos, porque todos eran hombres y como una mujer iba a hacer el ridículo en la cancha, mi sueño se frustró por una sociedad de idiotas. 

Tuve que aprender a jugar futbol con los hombres, a golpes y aventones y ser más fuerte para que ninguno de ellos me derrotara. Aprendí a no quejarme porque las quejas eran de maricones y yo no era ninguna maricona. Me volví fuerte y luché por el derecho a pertenecer , golpeé puertas y hombres por el derecho a ser respetada y aún así se me frustro mi sueño.

Ahora que veo a esas chicas poderosas en la cancha, sacando el pulmón por un gol, me siento orgullosa, porque yo fui parte de esa lucha, yo fui parte de ese coraje y de levantar la cabeza para que hoy las niñas sean bomberas, pilotas, futbolistas, taxistas, lo que ellas quieran ser. Porque a mi me costo la dignidad y la vida y no logré ser nada de eso. 

Conozco a varias mujeres lesbianas de toda clase de edades que aún tienen miedo del que dirán sus padres por más que estén enamoradas y sientan una pasión loca por su pareja. Agradezco ese día que confronté a los míos. ¿Cuál sería mi consejo?: Las lagunas mentales solo están en tu cabeza y no puede ser más malo de lo que ya es. Es decir, el no ya lo tienes , el que te corran de tu casa a patadas ya está ahí, tu decides si aceptas ese maltrato que ya tienes en la cabeza o te enfrentas a tus demonios y vas por tu felicidad.

¿Qué es peor? ¿vivir con la idea de que eres una mentira para tu familia?, ¿frustrada?, ¿hecha mierda porque nadie te entiende? o aceptar el hecho de que no hay nada de malo de querer a otra persona y ser feliz y mandar lo demás a la porra.




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